Hace casi un lustro desde que se comenzara a empezar a hablar de vehículos protegidos para realizar operaciones con equipos de diagnosis multimarca, además de conceptos como ciberseguridad, SGW, bloqueos y firewall. Son varias las razones por las que este tipo de cuestiones, si no están ya a la orden del día del taller, lo estarán próximamente. Pero la principal es que la llegada del vehículo eléctrico, conectado y autónomo, así como su implantación progresiva en los sistemas del vehículo, hace que sea un objeto “hackeable” y que se ponga en riesgo, no sólo la información del cliente, sino lo que es más grave la seguridad o incluso la vida.
Ante esta problemática, los vehículos cuentan con medidas de seguridad para protegerlos frente a injerencias externas de cualquier tipo. Es ahí donde entran en juego los sistemas de ciberseguridad en el automóvil, que pueden incluir medidas de seguridad físicas, como interruptores de emergencia y conectores seguros, así como medidas de seguridad lógicas, como autenticación de usuario y encriptación de datos.
Uno de los principales componentes de un sistema de ciberseguridad para el automóvil es el gateway de seguridad, que actúa como una barrera de protección entre los diferentes sistemas del vehículo y el mundo exterior. El gateway de seguridad verifica que solo los datos autorizados puedan pasar a través de él y que los datos sensibles no sean expuestos.
Pero, junto a una mayor seguridad, también existan determinadas dificultades asociadas a la reparación del vehículo. Así, por ejemplo, las unidades de control, están protegidas de tal forma que, en condiciones normales, un taller no podría modificar o borrar sus memorias parciales. En concreto, no podría, por ejemplo, borrar códigos, avería, realizar reseteo, mantenimiento, ajustes básicos, ni tampoco podremos hacer codificación de componentes.
Esto es lo que se ha llamado “diagnosis del vehículo protegido“, sistemas que permiten, siempre con la autorización del fabricante, realizar las labores propias que un taller necesita hacer para poder reparar el vehículo con la calidad y seguridad suficiente. Desde que esta tecnología se ha implantado, los fabricantes de equipos de diagnosis necesitan estar homologados o autorizados por el fabricante de automóviles para poder realizar las operaciones en las mismas condiciones que las hace un concesionario o un servicio oficial.
A día de hoy, más de 60 modelos ya incluyen la diagnosis protegida en su vehículo y, por esta razón, el taller debe conocer exactamente su funcionamiento para así poder trabajar de una forma ágil y segura en el taller. Una cifra que irá a más, ya que, con la desaparición progresiva de vehículos antiguos, cada vez habrá más modelos con la diagnosis protegida. Ello obliga, por ende, a tener equipos de diagnosis actualizado.
No en vano, cada vez que se realiza una operación en el vehículo, el equipo debe estar conectado a internet y se habilita un certificado que avala que la reparación está siendo realizada por un profesional del sector, así como una herramienta o equipo de diagnosis homologado por el fabricante de automóviles.
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