Habrá quien ni siquiera se acuerde ya de cómo se realizaban ciertas reparaciones sin los equipos de diagnosis. Una herramienta hoy día absolutamente fundamental para detectar averías de todo tipo en los vehículos, pero especialmente aquellas que tengan algún origen electrónico. La rapidez y la precisión del diagnóstico son dos de las grandes ventajas de los OBD (On Board Diagnostics), que revolucionaron en su día el sector de la reparación y facilitaron mucho el día a día de los talleres mecánicos.
En la actualidad se emplean los estándares OBD II (Estados Unidos), EOBD (variante en Europa de la OBD II y algo más completa) y JOBD (la denominación de OBD II en Japón), pero hasta llegar a estos sistemas ha habido una evolución:
OBD I, el primer sistema
Fue en Estados Unidos en el año 1988 cuando se decidió que había que incluir algún sistema que controlara las emisiones de los coches. Y se tardarían aún tres años más hasta implantarse de forma obligatoria la OBD I, aunque su efectividad era relativa, pues no se monitorizaban todos los componentes relacionados con las emisiones y, en cualquier caso, tampoco estaban calibrados de forma correcta.
OBD II, el siguiente paso
El sistema de diagnóstico OBD II es el siguiente paso en la evolución de los equipos de diagnosis y el que actualmente (eso sí con bastantes mejoras) se sigue empleando en Estados Unidos. Esta herramienta fue diseñada para alertar al conductor cuando el nivel de las emisiones es 1,5 veces mayor de las normales, pero además es capaz de detectar fallos eléctricos, químicos y mecánicos, tales como la inyección o la entrada de aire al motor. Cuando hay algún fallo, un testigo lo indica, pero además se guarda un registro con la información para el mecánico, con un código asignado para que pueda proceder a la reparación.
En términos generales, el conector OBD II suele encontrarse en la zona de los pies del conductor, consola central o debajo del asiento del copiloto. Sin embargo, la evolución de este tipo de sistemas también pasa por mejorar la conectividad de las máquinas, por lo que el Bluetooth, el WiFi o el USB también han llegado a estas herramientas para conectarse a un software específico en un PC o incluso en una tablet o móvil. Todo para llevar a cabo una monitorización en tiempo real de códigos de error en la centralita del motor tales como las revoluciones del motor, consumo de combustible o temperatura del aceite, entre muchos otros parámetros.
EOBD, la denominación europea
La EOBD es la abreviatura de European On Board Diagnostics, pero no deja de ser una versión europea de OBD II algo más completa, porque emplea “mapas” de las entradas a los sensores que se basan en las condiciones de operación del motor. Además, los componentes se calibran y adaptan al sistema.
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