Las operaciones de sustitución de líquidos de frenos o del líquido de la suspensión son relativamente comunes en un taller mecánico, al tratarse en definitiva de operaciones de mantenimiento preventivo. En muchas ocasiones, los productos se solicitan en el mismo momento si son muy específicos o poco después de que el cliente pida el presupuesto, sin necesidad de almacenar los productos en el taller. Pero en otras ocasiones, se dispone de los recambios en stock en el mismo taller, para poder llevar a cabo reparaciones mucho más rápidas y dar al cliente un mejor servicio de calidad.
Por ello, los profesionales de la reparación deben conocer cómo se deben almacenar correctamente los productos que tienen normativas y especificaciones muy concretas en composición, como pueden ser los líquidos de suspensión o los líquidos de frenos, teniendo en cuenta además que pueden influir en la seguridad de los vehículos en los que se realiza el mantenimiento o la reparación.
Recomendaciones generales para el almacenaje
En general, los fabricantes suelen ofrecer recomendaciones, no sólo para su aplicación, sino también para su almacenaje. Resulta fundamental almacenarlos en su propio envase sin abrir, en lugares cerrados, limpios y secos a temperatura ambiente. Hay que tener en cuenta que si se producen cambios de temperatura, el aire puede entrar y salir de los envases conteniendo humedad, lo que en contacto con el producto puede provocar corrosión.
Las consideraciones generales para garantizar un buen estado son las siguientes:
1. Los productos sin abrir, hay que almacenarlos con su sellado intacto y protegidos de la luz. Si se trata de envases de pequeñas dimensiones, pueden almacenarse incluso durante dos años, siendo tres años si se trate de bidones en posición horizontal o en contenedores de acero inoxidable, en atmósfera de nitrógeno.
2. Los productos abiertos hay que emplearlos lo antes posible, como mucho en unos meses por la entrada de agua.
3. En el caso concreto de los líquidos de frenos, hay productos que pueden absorber agua, lo que puede generar un descenso importante en su punto de ebullición, y por ende, que este sea inferior a la temperatura a la que trabaja correctamente el sistema de frenos en la zona de las ruedas. En el caso de que esto ocurriera, el conductor podría notar que el pedal se le ha hundido provocando que el coche no frenara. De ahí que sea tan importante un correcto almacenaje de los líquidos en el taller, aunque también haya productos que no aspiran esa agua y cuentan con dispositivos de purga para eliminarla.
Por último, las consideraciones para almacenar líquidos de suspensión no son muy diferentes a la de cualquier otro tipo de producto lubricante. En sitios cerrados y bien ventilados, y si se trata de bidones, en posición horizontal. Eso sí, más allá de cinco años desde su fabricación no es aconsejable, puesto que tienen además fecha de caducidad.
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