No hay cifras oficiales de cuántas reparaciones o revisiones de mantenimiento se realizan en talleres ilegales, pero sí se conocen cuántos talleres clandestinos existen en nuestro país: alrededor del 20% del total de talleres en nuestro país son ilegales, según cifras de CETRAA.
Y es que, pese a las múltiples campañas alertando de los peligros que tiene llevar el vehículo a este tipo de centros (si es que llegan a tener local como tal, pues a veces las reparaciones se hacen en aparcamientos o zonas al aire libre), todavía hay quienes desconocen cuáles son las consecuencias que tiene tanto para el usuario, como para el medio ambiente, “confiar” en los talleres ilegales.
En primer lugar, el primer perjudicado es el propio cliente. Bajo esa falsa creencia de que realizando una intervención mecánica clandestina se está ahorrando dinero, en realidad no es así. En estos casos, el tópico de que lo barato sale caro no puede ser más acertado. Porque los talleres ilegales emplean recambios y maquinaria muy poco fiables y, en muchos casos, de dudosa procedencia, lo que a la larga genera más problemas de los que solventa a priori a corto plazo.
Por supuesto, en caso de algún problema posterior con la reparación o de que se detecte que las piezas sustituidas son, por ejemplo, procedentes de desguace, no habrá forma de reclamar, ya que no existe garantía alguna de la intervención. Esta es la segunda consecuencia de acudir a un taller clandestino. Por no hablar de los posibles males aún mayores que pueden generar en el vehículo, la tercera consecuencia. No sería la primera vez que un conductor lleva su automóvil con una pequeña avería a este tipo de locales y acaba teniendo que gastarse mucho más después en un centro de reparación legal porque la falta de formación necesaria para realizar correctamente las actividades de reparación y mantenimiento ha generado un problema mucho más grave en el vehículo del que había en primera instancia.
Por último, el cuarto peligro no afecta al usuario como tal, sino que tiene consecuencia en el medio ambiente, lo cual no deja de ser casi tan importante como lo primero. Los talleres ilegales no cuentan con ningún plan de gestión de residuos peligrosos y se trata de un sector en el que no son precisamente pocos. Aceites usados, neumáticos o baterías son componentes que necesitan de tratamientos específicos para su gestión residual. Y eso es algo que preocupa especialmente a quienes, como CETRAA o Road House, tratan de concienciar sobre la necesidad de luchar contra los talleres clandestinos, una lacra contra la que el sector lleva luchando durante años, pero en la que todos los esfuerzos son bienvenidos.
Porque, tan importante es realizar el mantenimiento del vehículo, como hacerlo en un taller legal y de confianza, como siempre recomendamos desde Road House.
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