La pasta térmica, el nuevo mantenimiento que requiere el eléctrico en el taller

La llegada del eléctrico genera muchas dudas a los talleres a la hora de realizar los mantenimientos, sensiblemente inferiores en número en este tipo de vehículos al contar con un número mucho más reducido de piezas. Sin embargo, aunque desaparecen algunos trabajos que tienen que ver con la mecánica, aparecen otros.

Uno de los problemas más frecuentes del coche eléctrico está relacionado con las variaciones importantes de temperaturas, tanto las muy frías como las muy cálidas, afectando decisivamente a la autonomía de la batería. Es uno de los principales hándicaps, la escasa autonomía de este tipo de vehículos eléctricos puros, que están haciendo que su implantación en determinados países esté siendo más lenta de lo que las autoridades y fabricantes querrían.

Así, para conseguir que la batería funcione en climatologías adversas a la perfección, hay un componente fundamental y que no existía hasta ahora en los mantenimientos y operaciones en los talleres: la pasta térmica. Se trata de una especie de grasa o pegamento, que permite disipar el calor generado en las baterías, pues es un gran transmisor del mismo, lo que mejora la transferencia del calor entre los módulos de la batería y la carcasa.

Mantener un buen mantenimiento de la pasta térmica es clave para que la batería del coche no se sobrecaliente, lo que reduce su rendimiento y limita su vida útil. Del mismo modo, ayuda a repartir el calor, evitando daños en el aparato eléctrico.

Del mismo modo, permite optimizar el rendimiento de las baterías, conservando la eficiencia energética. Un control térmico deficiente puede llevar a pérdidas de eficiencia, reduciendo la autonomía del vehículo eléctrico y afectando su rendimiento general.

Hay que tener en cuenta que hay muchos tipos de pasta térmica en el mercado. Conviene recordar que la utilización incorrecta de este producto puede comprometer la validez de la garantía.

La principal recomendación es usar el compuesto específico recomendado por el fabricante, para evitar posibles perjuicios al cliente.

Un control térmico deficiente puede llevar a pérdidas de eficiencia, reduciendo la autonomía del vehículo eléctrico y afectando su rendimiento general.