Los catalizadores llevan años de moda en el sector de la automoción y, en especial, en el de la reparación. Por varios motivos. Porque desde hace años, hay bandas especializadas en su robo de forma masiva, debido a que los metales y materiales con los que se fabrican son especialmente preciados. Pero es que, ahora, en plena crisis de materias primas, también son noticia porque, precisamente, faltan materiales como el paladio que se requieren para su fabricación.
Por el primero de los asuntos, los talleres están habituados a trabajar con este componente en forma de sustitución. O, más bien, de instalación desde cero porque les pueden llegar vehículos sin este componente robado. Sin embargo, producto de lo segundo y ante la posible falta de recambios o de suministro tardío de catalizadores, se ven obligados a su reparación.
Hay que tener en cuenta que la función principal de los catalizadores es convertir las emisiones nocivas de los motores de combustión, como el monóxido de carbono y varios óxidos nítricos, en gases menos tóxicos como el dióxido de carbono y el vapor de agua mediante reacciones químicas. De ahí que su importancia, más allá de poder pasar la ITV del vehículo, también tenga que ver con la emisión de partículas contaminantes. Además, el número de catalizadores utilizado en cada vehículo varía en función del tipo de vehículo y el número de tubos de escape de que disponga.
La vida útil de los catalizadores está en torno a los 10 años, aunque pueden deteriorarse o su eficacia puede verse reducida por diversos motivos, como una mezcla de aire/combustible ineficaz, bujías y sensores de oxígeno defectuosos, o una sincronización incorrecta del motor. En la mayoría de estos casos, los catalizadores se sobrecalientan y se derrite la estructura de panal interna, lo que reduce su eficacia operativa.
Los catalizadores también se pueden obstruir total o parcialmente debido a las fugas de anticongelante o aceite provocadas por una junta de culata rota, unas juntas de válvula dañadas o unos pistones desgastados. Y en la mayoría de casos, las señales para detectar un problema en el catalizador pasan por falta de aceleración, consumo elevado de combustible, ruidos metálicos, testigo del motor encendido, o gases de escape con olor a huevo podrido.
Así, desde Road House recomendamos acudir a un taller de confianza ante cualquiera de estos síntomas, para que los profesionales procedan a su revisión, reparación y limpieza o sustitución, dependiendo de cada caso. Porque, aunque sustituir las unidades antiguas por nuevas es la forma habitual de reparación, si un catalizador no está dañado físicamente, es posible recuperar su eficacia mediante una limpieza.
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