La electrónica juega cada vez más un papel fundamental en los vehículos modernos. Esto que parece una obviedad, es algo que no hay que perder de vista. Ni por parte de los usuarios, ni por parte de los profesionales del sector y de los talleres, que ven como cada día han de solventar en muchos casos averías que provienen de los sistemas electrónicos.
Sensores que miden la presión de los neumáticos, sistemas de seguridad ADAS, freno de mano…hay infinidad de componentes que dependen en gran medida del buen funcionamiento de los sistemas electrónicos y que, como cualquier otra pieza, pueden sufrir averías. ¿Cuáles pueden ser esos fallos? Vamos a repasar los tres principales, con la ayuda de Ro-Des.
1. Fallos en los sensores.
Cuando un sensor, sea el que sea, provoca una alerta de avería o recomendación en el cuadro de mandos, puede tener su origen, a su vez, en dos problemas.
En primer lugar, que efectivamente falle el componente que el sensor se encarga de controlar y, en segundo lugar, que falle el sensor propiamente dicho, sin que el componente esté dañado. El sensor de revoluciones del motor, el medidor de la presión de combustible y el sensor que mide la bomba de alta presión del vehículo son los que presentan fallos más habitualmente, con distinto grado de importancia. Por ejemplo, un fallo en el primero de ellos provocará, con toda seguridad, que el motor siquiera se ponga en marcha o, como mucho, que presente serias dificultades de funcionamiento.
2. Averías en los actuadores.
Los fallos en estos componentes propician una pérdida de potencia del motor, aunque la bajada de rendimiento estará directamente relacionada con la ubicación del mismo. Se arregla sustituyendo el componente.
3. Problemas en la Unidad de Control Eléctrico (UCE).
Todos los sensores y actuadores del vehículo mandan la información a este componente básico del coche. Algo así como el cerebro del vehículo, de forma que un fallo en la UCE puede provenir tanto de la propia centralita como de los sensores y actuadores. Para detectar el problema y su origen, habrá que conectar el coche a un equipo de diagnosis y, si es un fallo en la UCE, proceder a su sustitución y reprogramarla. Una avería que, por cierto, suele estar entre las más costosas, alrededor de los 600 euros en función del modelo del que se trate.
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