La condensación es una de las principales causas de que pueda entrar agua en el depósito de combustible. Porque, al contrario que en los vehículos de motor de gasolina, los motores diésel no tienen presión de vapor para desplazar el aire, por lo que, a medida que el depósito de combustible se calienta, el aire se expande y es forzado a salir. Pero, en el momento en que el depósito se enfría, el aire húmedo vuelve al depósito y el agua se condensa en las paredes del depósito de enfriamiento, generando un problema.
Pero esta causa no es la única. También hay otras posibles razones. Desde un simple error humano, casi siempre por un descuido al realizar el repostaje, hasta cuestiones mecánicas, como una fuga de agua hasta el interior del depósito. El problema es que la existencia de agua en el depósito del combustible diésel puede generar multitud de problemas.
Uno de los principales es la creación de óxido. No en vano, el agua, en combinación con las superficies de hierro y acero, causa óxido. Y si las pequeñas partículas de óxido terminan por llegar al combustible pueden provocar desgaste por abrasión en las piezas, lo que conduce a la avería de la pieza.
En segundo lugar, puede generar corrosión. Esto se debe porque en combinación con los ácidos del combustible, el agua puede corroer los metales férricos y no férricos. Los efectos son aún peores cuando la abrasión expone las superficies metálicas, que se corroen con facilidad. Además, otro problema que puede generarse es la abrasión, puesto que el agua tiene una viscosidad más baja que el diésel, por lo que no lubrica las piezas móviles tan bien como lo hace el diésel, provocando un mayor desgaste.
Picadura de los componentes es otro de los posibles problemas que puede generar, debido a que el contacto del agua con las superficies metálicas calientes provoca picadura en los componentes. Y, en último lugar, se puede fomentar el crecimiento microbiano, que puede crear limos que ensucien el combustible y ácidos que corroan su depósito y su sistema de combustible, así como incapacidad de arrancar, al dañarse con el agua el sistema de inyección.
La solución para que esto no ocurra está en un separador de agua del filtro de combustible diésel que contenga un filtro con características hidrófobas, de manera que el agua no pueda pasar, y un grifo para drenar el agua. Puesto que es más densa que el combustible, el agua se acumula en la parte inferior del filtro, facilitando su eliminación. Algunos vehículos están equipados con un sensor de combustible en agua (FIW) que indica cuándo hay una sustancial cantidad de agua en el filtro de combustible.
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