La revisión del líquido refrigerante es una operación relativamente habitual en los talleres mecánicos, dado que suele formar parte del conjunto de operaciones de mantenimiento anuales o previas a la ITV que realizan los conductores. Una revisión relativamente rutinaria, a no ser que durante la misma, el líquido refrigerante presente un aspecto marrón lechoso, en cuyo caso, es muy probable que se haya contaminado con aceite de motor, producto de una fuga de aceite en el refrigerante.
Ese es el síntoma visual más evidente de este problema, aunque hay otros. Por ejemplo, en la fase inicial de la fuga se puede visualizar un característico brillo aceitoso en la parte superior del refrigerante. Y, por supuesto, al margen de las inspecciones visuales, puede ser síntoma de este problema que el vehículo se sobrecaliente, una circunstancia mucho más grave, que puede suponer una larga lista de averías costosas y complejas.
La única solución posible cuando el líquido refrigerante resulta contaminado es sustituirlo por uno nuevo, previa limpieza del sistema, para evitar que provoque averías de importancia. Pero ese siempre será el último paso. Porque antes debe encontrarse el origen del problema y por qué se ha producido la fuga, que generalmente tiene dos causas: junta soplada y enfriador de aire defectuoso.
Junta soplada
Cuando una junta de culata está en mal estado, el aceite puede filtrarse en los conductos de enfriamiento y acabar juntándose con el refrigerante, provocando ese lodo marrón visible tanto en la parte superior del radiador como en el depósito de refrigerante. Adicionalmente, el refrigerante puede filtrarse en la cámara de combustión, lo que produce una nube blanca y de olor dulce que sale del tubo de escape.
Para comprobar este fallo y si la junta está o no soplada, será necesario realizar una prueba de compresión. En caso afirmativo, hay que proceder a reemplazar la junta, lavar todo el sistema de enfriamiento, y por último, inspeccionar el radiador y la bomba de agua para detectar si presentan fugas u otros daños.
Enfriador de aceite defectuoso
Esta segunda causa es casi exclusiva de vehículos con motor turbo, puesto que los de gasolina no suelen tener enfriadores de aceite. Así, si se encuentra aceite en el refrigerante, una causa puede ser que la junta de la cabeza de la culata esté quemada, teniendo en cuenta que una junta de cabeza soplada generalmente afectará al rendimiento del motor, pero si el enfriador de aceite tiene fugas, el motor seguirá funcionando normalmente.
Otra posibilidad, no obstante, es una fuga en el enfriador de transmisión, producto de una grieta entre el enfriador y el radiador. En estos casos, el fluido de la transmisión se termina mezclando con el refrigerante, adquiriendo un aspecto rosado y espumoso, con el agravante de que el refrigerante puede llegar a la transmisión y acabar dañándola hasta el punto que deba sustituirse.
Ante cualquier síntoma de avería o sobrecalentamiento, desde Road House recomendamos acudir a un taller de confianza para revisar los componentes y hacer la reparación correspondiente.
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