Durante los más de dos meses de periodo de confinamiento, mucho se ha hablado sobre las consecuencias de la inactividad en los coches. Neumáticos, baterías, sistemas de climatización…son varios los componentes que se ven afectados por las paradas prolongadas. Los vehículos, al fin y al cabo, están pensados para rodar durante muchas horas a lo largo de su vida y un uso continuo en el tiempo. Y la inactividad no es un buen compañero de viaje. Tampoco para los automóviles que cuenta con sistemas de suspensión neumática.
¿Cómo afectan los largos periodos de inactividad a estos sistemas?
Son muchas las consecuencias, que pueden ir desde la corrosión debajo del borde del caucho al aumento de las probabilidades de rasgado, daños en el relé o incluso el compresor puede quemarse. Eso sí, a la inactividad se juntan otros factores como el diseño del sistema original, las condiciones climáticas en las que se encuentre el vehículo estacionado o los propios estándares del fabricante para soportar este tipo de circunstancias anormales.
Por ejemplo, la aparición de corrosión en este sistema se producirá por la falta de ventilación, desarrollándose principalmente en la zona debajo del borde plegable del caucho. En consecuencia, el caucho del fuelle puede verse dañado y perder flexibilidad, lo que a su vez implica que pueda secarse y aumentar las posibilidades de que no se pliegue correctamente de nuevo y, en definitiva, que el caucho se rasgue. Ni siquiera la opción de inflar el fuelle de aire cuando está en esta posición puede ser una opción para el profesional del taller, ya que podría originar que se salga el anillo de presión.
Otro de los componentes del sistema de suspensión neumática más afectados por la inactividad es el compresor. De hecho, son varios los problemas que pueden surgir en el mismo como que no sea capaz de elevar el vehículo al no tener suficiente presión por alguna fuga de aire derivada de que las conexiones se hayan secado y sean menos herméticas. En estos casos, se obliga al compresor y a otros componentes a un sobreesfuerzo, pudiendo incluso quemarse el compresor al intentar presurizar el sistema a nivel operativo. En cualquier caso, estos problemas generan no solo reducen la vida útil del componente, sino que pueden provocar daños irreversibles que obliguen a su completa sustitución y reparación.
Para evitar este tipo de problemas, los expertos recomienda mover el vehículo al menos una vez a la semana. Pero cualquier fallo en la suspensión neumática, independientemente de que se produzca como consecuencia de la inactividad u otros factores, generará un código de fallo en el cuadro de instrumentos, inhabilitando el sistema. Ante este problema, desde Road House recomendamos acudir a un taller de confianza para su reparación, pues en estas condiciones la conducción no es segura.
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