Los frenos son un componente fundamental, si no el más importante, de la seguridad del vehículo. Existen una serie de síntomas que indican un comportamiento anómalo del sistema de frenos, que el conductor debe tener en cuenta y acudir al taller en caso de duda. Por su parte, en su relación con el cliente, el mecánico debe realizar una labor de concienciación para que la detección de la causa y la búsqueda de solución a estos problemas se deje en manos de profesionales.
Las principales señales de que algo no va bien son:
- Se enciende el testigo de frenos. Uno de los indicadores más claros de que los frenos no funcionan correctamente es el encendido del testigo. Además del testigo ABS, los sistemas tienen otras luces en el tablero de instrumentos, que detectan, entre otras cosas, un nivel bajo del líquido de frenos, que el freno de mano no está totalmente bajado, o que las pastillas de freno están desgastadas.
- Percepción por parte del conductor de un comportamiento de frenado distinto al habitual. Guiarse por la intuición muchas veces puede evitar disgustos posteriores.
- Ruidos en el momento de la frenada. Son un signo de desgaste en alguno de los componentes del sistema de frenos, que deberán sustituirse. A modo de ejemplo, las pastillas deben cambiarse cuando bajan de los 2 milímetros de espesor, aunque en todo caso se recomienda sustituirlas cada 10.000 kilómetros.
- Vibraciones en el pedal de freno o en el volante.
- Endurecimiento del recorrido del pedal de freno. También es signo de alarma que sea más suave de lo habitual.
- Existen fallos especialmente peligrosos para el vehículo y sus ocupantes: cuando los frenos se bloquean a la mínima presión sobre el pedal y cuando el automóvil se desvía a un lado en el momento de la frenada. En estos casos, hay que acudir al taller de inmediato.
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