La crisis de materias primas y de suministro global, junto con la de microchips y escasez de semiconductores, está llevando a la automoción a una casi “tormenta perfecta” en lo que a fabricación se refiere. De vehículos, con plazos de espera para la entrega de automóviles nuevos en algunos casos superiores a doce meses, pero también de componentes para el mercado posventa.
Lo que, en principio, resulta un inconveniente para los talleres, que es el de pedir una pieza de recambio y que esta pueda tardar semanas e incluso meses en llegar, está fomentando un cambio de tendencia en el sector, que es el de tratar de reparar las piezas ya existentes en la medida que se pueda, en lugar de sustituir, como habitualmente se realizaba cuando no existían esos problemas de suministro.
Ahora bien, ante un retraso importante en la llegada de la pieza, muchos clientes optan por solicitar al taller la instalación de una pieza de desguace, lo cual genera innumerables problemas a los talleres. Hay que recordar que los talleres, sin consentimiento expreso del cliente, no pueden utilizar este tipo de recambios. Pero es que cada vez más talleres incluso se niegan a efectuar reparaciones con recambios de desguace, por la cantidad de tiempo que pueden llegar a perder.
El primer problema es encontrar una pieza en buenas condiciones. No es infrecuente tener que solicitar dos, tres y hasta cuatro componentes para encontrar uno que pueda funcionar bien. Esto es tiempo que el taller tiene que emplear, no solo en la solicitud al desguace, sino también en comprobar el estado o, en los peores casos, montar la pieza con el consiguiente tiempo de mano de obra, para comprobar después que no funciona correctamente una vez instalado.
Pero es que incluso en los casos en que se consigue sustituir el viejo componente por uno de desguace y que se solvente la avería, al cabo de un tiempo el problema puede reproducirse o agravarse debido a que son piezas ya usadas que no presentan las mismas garantías y fiabilidad que las que pueda tener un componente completamente nuevo de Road House. Pese a ello, en muchos casos, es el propio taller el que tiene que costear la segunda reparación, debido a la obligatoriedad de dar un plazo de garantía en la reparación.
Por la pérdida de tiempo que supone y porque las reparaciones en muchos casos no pueden tener la calidad que se requiere, acudir a un taller de confianza de los que siempre recomendamos en Road House implicará que disponga de recursos para que, en caso de no poder encontrar el recambio nuevo que necesite, conseguir reparar la pieza antigua para no tener que acudir a una de desguace.
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